Un grande de verdad

Con Perico murió una era del fútbol peruano
Mucho antes de ser 'Perico', el pequeño Pedro Pablo León ya había mostrado grandes virtudes para el fútbol. 

Wilder Buleje*

El negro quimboso de Lince no pudo driblear la pandemia. Pedro ‘Perico’ León, el mejor centrodelantero peruano, de cualquier época, partió a la eternidad y cerró un ciclo de contadas alegrías para el fútbol peruano.
Ocurrió el sábado pasado, en la víspera del Día de la Madre. Apenas dos familiares le dieron el adiós, debido al estado de emergencia desatado por un virus asesino. Pero, millones de aficionados al fútbol en simultaneo acusaron su partida.
El gran Perico ya era una leyenda para el hincha común y corriente, para el ciudadano de a pie, incluso para el habitante del país profundo. En verdad su fallecimiento solo ha sido un peldaño hacia la inmortalidad. Y desde esa dimensión estará más presente que nunca entre nosotros.
Junto a Perico se enterró también una época del balompié peruano. Una era de transición entre el romanticismo y el profesionalismo. Pedro León vivió en ese limbo y por eso dejó de cosechar un futuro holgado y una vida de ensueño.
Las primeras letras las aprendió después de los treinta años. Su aritmética intuitiva le impidió cerrar contratos favorables. El genio que hacía vibrar a las tribunas dentro de la cancha tuvo serias limitaciones para asegurar el bolsillo contra los vaivenes del futuro siempre incierto.
Perico postergó muchas veces la salida al exterior, pese a que tuvo algunos ejemplos cercanos. Víctor ‘El Conejo’ Benítez se enroló a Boca Juniors en 1960 y después voló a Italia; Alberto Gallardo emigró a Italia en 1962 y luego tuvo un paso por Brasil.
Pedro León recién salió al extranjero en 1971, a punto de cumplir los 28 años. El Barcelona de Guayaquil lo llamó para formar una dupla magistral al lado del histórico Alberto Spencer, quien había brillado en Peñarol de Montevideo al lado de otro peruano: Juan Joya Cordero.
La carrera de Perico prosiguió en Perú y concluyó en Venezuela, pasando la barrera de los 34 años. Su vida continuó en Estados Unidos. Se instaló en ese pequeño Perú que sobrevive en Patterson (Nueva Jersey) y prosiguió ese camino de humildad como operario de una fábrica.
El pasado 4 de marzo Pedro León regresó a su patria. Era un retorno con sabor a despedida. Algunos males preexistentes habían mellado su salud. Ansiaba tratarse y recuperarse para una despedida que Alianza Lima estaba diseñando. Pero en su camino se interpuso una pandemia que alborotó los servicios médicos.

En medio de esa calamidad Perico sufrió algunas complicaciones y fue internado en un nosocomio limeño. La vida se le fue diluyendo en una pelea desigual con el destino.
Atrás quedaba la vida humilde en un callejón de Lince y la vivienda materna, precaria también, en la avenida Argentina. En plena preparación mundialista Didí le hizo comprar un televisor y lo acompañó para entregarlo como regalo a su progenitora.
El gol a Argentina en el Nacional. Ese 1-0 abrió la puerta de la clasificación  a México 70. Perico confesó que esa anotación iluminaba sus recuerdos.
El mundialista brasileño y entrenador de la selección que clasificó con Perú a México 70 consiguió equilibrar los sentimientos de ese negro bueno que fue Perico y logró reconciliarlo consigo mismo y con su familia.
Pedro ‘Perico’ León tenía una velocidad impresionante para responder cualquier celada y para salir airoso ante cualquier situación complicada. Alguna vez anduvo distanciado de Pocho Rospigliosi. Cuando terminó un encuentro en el Nacional un reportero de Ovación le puso el micrófono y le hizo la cortina de rigor antes de pasarlo con su jefe: “¡¡¡¿Cuuuuál es la pila Peeeerico!!!?”. Y el nueve de Alianza respondió con sorna: “¡¡¡Nationaaal!!!”. La marca que competía con Ray-O-vac.
Otro episodio en vivo y en directo. Un reportero travieso quiso hacerlo patinar con una operación de aritmética elemental: “Perico, ¿cuánto es dos más dos?”. Perico caminó un par de pasos y volteando la cara le respondió: “¡Empate!”. Las risas fueron interminables.
He sido testigo de excepción de un encuentro emotivo entre Roberto Chale y Perico León cuando Alfonso ‘Cuchi’ de Souza trajo al nueve desde Estados Unidos, apenas asumió la presidencia de Alianza Lima. Los ojos vidriosos de ambos, confundidos en un abrazo, eran elocuentes: entre Roberto y Perico había una amistad inquebrantable pese a los años.
En esa conferencia alguien preguntó sobre el retorno definitivo a Perú para ser merecedor de un homenaje. Perico miró a los presentes y dijo: “It’s too late” (Es tarde). En ese momento hubo risas, incluso el propio Perico dejó escapar una sonrisa enorme por la ocurrencia. Muchos años después su vaticinio se cumplió: Había llegado muy tarde para el homenaje que se merecía desde hacía mucho tiempo.

*Nota escrita para el programa de radio Superdeporte, que dirige Raúl Maraví. 

Comentarios